Hace algún tiempo, Abraham Heschel dijo que la esencia del pensamiento religioso hebreo no consiste en poseer un concepto de Dios, sino en su capacidad de recordar los momentos de iluminación suscitados por Su Presencia. Israel no es un pueblo de teólogos sino de testigos. Así, nosotros, como ellos, al restaurar el poder de la pausa en un intento por hacer silencio en nuestras vidas, echamos la vista atrás para para descubrir cómo, tras el Corazón y el Compromiso, hoy se nos revela la Vida en una espiga de trigo.

En este último día de asamblea se incorpora a las responsabilidades de sus miembros la necesidad de recopilar todas las imágenes, sentencias, bendiciones y disensos, sentimientos y vivencias, empaquetarlas con la ayuda de la razón y analizarlas con el amor, que solo aquellos que han sido llamados en verdad a acompañar a estos más pequeños hacia el Misterio como embajadores y ministros de Dios (MR 195), pueden hacer manar de sus corazones.

En cada tiempo, entre todos los signos que siempre se dan, hay uno que es el principal, a cuya luz interpretamos todos los demás (Ellacuría,1989). En esta III AMEL del Distrito, esa clave ha sido la Esperanza. Hemos podido constatar que la Misión educativa lasaliana sigue siendo capaz de leer el mensaje que el mundo lleva en sí (Leonardo Boff, 2008) buscando respuestas creativas, solidarias y de calidad a las demandas de la sociedad a la que se debe. Nuestras comunidades educativas siguen alumbrando vida y albergando el sueño de que otro mundo es posible y hoy, miércoles 5 de diciembre, Día internacional del Voluntariado, en nuestras obras, ponemos nuestra mirada agradecida en tantas personas que se donan en pos del bien común.

La última sesión asamblearia comenzó con una de las maravillosas introducciones a las que el Hermano José Mª Valero, coordinador de la mesa, nos ha acostumbrado en estos días y que marcaban el tono cercano y alegre aún en los momentos de mayor seriedad. Del mismo modo, agradecer el trabajo realizado por Inmaculada González-Pola y Lluís Biosca por su templanza y competencia en la moderación de cada uno de los debates.

Tras la votación final para el Consejo de la MEL (en la que fueron elegidos Inmaculada González-Pola, Conchi Revuelto y Borja Doval) y las votaciones relacionadas con algunas de las líneas de acción pendientes de aprobar en las sesiones anteriores, el Hermano José Román Pérez, Visitador Titular, y el Hermano Jesús Félix Martínez, director de la Red de Obras agradecieron, en sendos momentos, el trabajo realizado por la Comunidad de Hermanos La Salle Llíria, el equipo de secretarios de la asamblea y el equipo de Comunicación del Distrito.

Tras el descanso, los Hermanos Néstor Anaya Martín (Secretario para la Asociación y la Misión del Instituto) y Aidan Kilty (Consejero General para la RELEM) dirigieron unas bellas palabras de ánimo, felicitación y agradecimiento a la asamblea desde la mirada del Instituto.

Las palabras de conclusión de la asamblea correspondieron al presidente de la misma, que valoraba estos días como un regalo que invita a pensar en los apasionantes cuatro próximos años. Con el recuerdo de la celebración del #300LaSalle, invitaba a la familia lasaliana a emular la acción de los primeros Hermanos a la muerte de San Juan Bautista de La Salle, asumiendo la misión. La comunidad, en palabras del Hermano Visitador, sigue sustentando nuestra misión y es el “juntos” lo que nos permitirá alcanzar los objetivos marcados. El Hermano José Román, señaló la necesidad de retomar nuestras raíces caminando hacia los más necesitados, los que menos tienen, donde encontramos nuestra verdadera identidad, preocupándonos no solo por lo que hagamos, sino por el cómo lo hagamos. Su agradecimiento sincero fue para todos aquellos que han hecho posible el trabajo de estos días, así como a los Hermanos Hermano Néstor Anaya Martín, Miquel Àngel Barrabeig Dols y Aidan Kilty por haber hecho de su presencia un símbolo de comunión en el Instituto.

Tras un vídeo recopilatorio de las imágenes más reseñables de estos días, celebramos una preciosa eucaristía en la que cobraron sentido las piezas de puzzle que portaban los asambleístas desde el primer día; juntas formaron el siguiente mensaje: es tiempo de mover corazones.

Con la comida compartida se dio por concluida la III AMEL del Distrito.